Princesa de las bestias

El film “La Princesa Mononoke”, de Hayao Miyazaky (1997), es una provocación dulce, sencilla. Una épica que puede ser mirada desde la política o la ecología, si es que no es lo mismo en estos tiempos.

Fábula de muchas capas, personajes fantásticos, enigmas y conflictos: un joven príncipe tiene que salir a enfrentar su destierro por haber quedado estigmatizado al matar un demonio. Lo hace por su pueblo a punto de desaparecer. Lo única esperanza de curar la herida que lo mata poco a poco, es saber por qué ese demonio ha enfurecido, y la respuesta está en el bosque, donde habita su espíritu y la princesa de las bestias, Mononoke: mujer criada por lobos, abandonada por sus padres, destructores del bosque, motivos suficientes para odiar a los humanos y querer arrasar con ellos. Allí, el joven príncipe descubre la lucha de los animales por defenderse de los hombre que quieren destruir la naturaleza, al espíritu del bosque.

Desde un primer momento, como en otras historias de Miyazaky, aparece el amor, ese que salvará al mundo. No como un cuento rozado (aunque pueda tener algunos matices hermosos), sino como un verdadera boda de reinos: la civilización y la naturaleza, esos conceptos que solo se separan en su nombre, pero que funcionan juntos, generalmente, de manera irrespetuosa y opresiva de parte de la primera, y dando lecciones como respuesta, por parte de la segunda; esos conceptos, decía, se mezclan para dar una mutación que de lugar a la vida, y que materializa una enseñanza simple: la convivencia de los reinos.

Mitología , ecología y política en una peli para mirar muchas veces.

Aclaración: no se consigue en videoclubes amigos, al menos en Paraná. Por lo que la manera de verla tiene que ver con esas bendiciones que nos brindan la piratería y la copia: el que la quiera, me la pide. La tengo en CD, para la compu o reproductor de DVD. Lo que sí, un detallecito: como muchos de estos productos, está con un doblaje hecho en España, aunque en este caso, pueda no resultar una molestia.