Cómo cagarse a tiros, con poesía.



Los otros días encontramos, sobre el final, “Un oso rojo”, la película de Adrián Caetano. Buena película, con mucha acción y un personaje entrañable. Viendo en detalle el final, dijimos, uau! Arriba Oso! Y es que cuando nuestro protagonista va arreglar las cuentas con quién lo había traicionado, lo hace de una manera lo suficientemente cinematográfica como para que nosotros quedemos con la boca abierta.
La escena es la siguiente: el Oso, aparece en el bar donde está el Turco, jefe de una banda de ladrones que lo quiso traicionar. Ya habiendo escapado de esa emboscada, llega al lugar con el botín en la mano. Habiendo visto, anteriormente en la peli, cómo el Oso resuelve sus problemas, ya sabemos lo que se viene. Una escena de un solo hombre que enfrenta a muchos. Y así lo hace. Le clava la mano al Turco al mostrador –dejándolo vivo- y a los otros los caga a tiros. Pero, lo más hermoso, el final de toda esa secuencia: el Oso queda detrás de una columna, escondido, contra dos hombres armados que enfrentar. Uno venía por cada lado de esa columna. ¿Qué hace nuestro héroe? Teniendo cinco balas en el tambor de su pistola, quita cuatro de ellas y deja solo una. ¿Por qué hacés eso, Oso? Tira las cuatro balas hacia un lado, al piso, para distraer a sus adversarios, y así salir por el otro lado y matarlos con la bala que le quedaba. Pum! Mata a dos hombres con una sola bala. Maravilloso. ¡Yessss!
Con Belisario –con quién mirábamos la tele en ese momento- nos preguntábamos por qué hace eso, qué hijo de puta, cómo eso es verosímil. Y dijimos en seguida: ¡por qué es cine! Porque teníamos que tener un final cinematográfico –que cita a las películas del lejano oeste-, porque queríamos que nuestro personaje se desquitara e hiciera justicia como un héroe de cine. A nadie le interesaba, a esa altura de la película, que sucediera algo que tuviera que ver con la “realidad”- si es que eso existe-. Queríamos poesía. Y la acción de vaciar el tambor del arma y matarlos con una sola bala, que requería de una fe poética que se fue construyendo a lo largo de la cinta, era una acción que solamente se justifica desde ese lugar.
Arriba el cine, entonces, y lo que solo se dice a través del cine.

N.

1 comentarios:

Richard Riveiro dijo...

completamente de acuerdo